El porteo llegó a mi vida de manera tardía. Con mis dos hijas mayores nunca lo probé. Quizá esto explique por qué me sorprendió tanto cuando lo descubrí con la tercera, Marta.
En este tercer embarazo, una de las cosas que más me preocupaba era cómo iba a ser capaz de atender a un bebé recién nacido sin descuidar a sus dos hermanas mayores. Temor, seguramente fundado en mi experiencia previa: las primeras semanas que siguieron al nacimiento de las otras dos habían sido, en ambos casos, muy intensas, preciosas… pero intensas.
Las dos tuvieron cólicos, reflujos y molestias varias que hacían que el día se me pasara sin hacer otra cosa que dar de comer, intentar dormirlas, pasear arriba y abajo por el pasillo y rezar porque no se despertaran en, al menos, media hora para poder hacer cosas mundanas como alimentarme, ducharme y descansar mínimamente.
De manera casual, a través de Pinterest, encontré un día con una foto muy bonita de una mamá llevando a su bebé con un fular portabebé. Por algún motivo, nunca antes lo había considerado, pero aquella foto me inspiró algo diferente y sin mucho pensar me compré uno en una tienda online.
«El haber vivido dos maternidades previas sin conocer el porteo me hizo valorarlo de una forma mucho más intensa».
Decidida a probarlo vi un montón de tutoriales en internet y practiqué varias veces con un muñeco, así que cuando nació Marta enseguida me animé a probarlo con ella. Al principio me costó un poco, creo que el bebé también notaba que yo estaba nerviosa, pero después de unas cuantas veces aprendí a ponérmelo con los ojos cerrados.
Y entonces… llegó la magia! Y me gustaría compartir con vosotras las cosas que más me llamaron la atención en esas «primeras veces» con el porteo ergonómico.
1. COMODIDAD PARA LA MAMÁ
Lo primero que me sorprendió fue la sensación tan bonita de llevarla así abrazada y contenida con el pañuelo. Mucho más cómodo que llevarla en brazos porque se quedaba totalmente acopladita a mi cuerpo. Se parecía mucho a estar embarazada. De hecho, no podía dejar de acariciarla! Y además, al no tener hebillas ni arneses que me molestaran, me resultaba mucho más confortable.
2. BIENESTAR PARA EL BEBÉ
Ella también parecía sentirse muy a gusto, a juzgar por lo que tardaba en tranquilizarse o dormirse. Y es que, si lo piensas, es normal que los recién nacidos se sientan tan felices en contacto con el cuerpo de la madre. Acaban de llegar a este mundo todavía inmaduros y se tienen que adaptar a muchas cosas nuevas.
En los brazos de la madre todo les recuerda a sensaciones ya conocidas de cuando estaban en el útero: la posición ranita, la contención, el balanceo, la voz, los latidos de su corazón, el olor… y todo esto les da seguridad y, por lo tanto, están más tranquilos y se duermen con facilidad. Definitivamente no creo que haya una manera mejor de facilitarles la transición a lo que es supone su nueva vida.
3. MANOS LIBRES PARA PODER SEGUIR TU RITMO
El tener un bebé tranquilo junto a mí y a la vez tener las manos libres cambió mis días por completo. Me permitió seguir con mi día a día y poder atender también cómodamente a mis otras dos hijas. Sorprendentemente tenía hasta ratitos para mí en los que leer o sentarme delante del ordenador.
4. SERENIDAD ¡TODO BAJO CONTROL!
Por todo lo anterior, siempre digo que el porteo me permitió vivir esta etapa con muchísima más serenidad. Un bebé recién nacido que llora mucho puede llegar a agotar psicológicamente y tener una herramienta que sabes que te funciona cambia mucho las cosas.
«Cuando me sentía totalmente sobrepasada con un bebé que no paraba de llorar, me la ponía en el fular portabebé y por arte de magia se calmaba, y yo con ella…»
5. TAMBIÉN FUERA DE CASA
Aunque es cierto que el uso que más me sorprendió fue dentro de mi propia casa, pronto descubrí lo práctico que me resultaba el fular portabebé para pequeñas salidas en mis rutinas diarias. Por ejemplo, para llevar a las niñas al colegio en coche, sin tener que sacar y meter el carrito, para ir a hacer recados rápidos, para ir al médico o a sitios de más difícil acceso.
6. SIN DOLORES DE ESPALDA
Hablando ya de cuestiones más prácticas otra de las cosas que más me sorprendió es que, de todas mis hijas, es ésta con la que menos me ha dolido la espalda. Y es que, realmente, cuando llevas un portabebés bien colocado y ajustado, el peso del bebé se reparte por todo el cuerpo. Además, bebé y mamá, comparten el mismo centro de gravedad lo que ayuda a evitar posturas incorrectas en nuestra espalda. Y si encima empiezas a portear desde el nacimiento tu cuerpo se va acostumbrando de manera paulatina al peso. Porque cuando hablamos de porteo ergonómico no sólo nos referimos a la postura del bebé sino también a la importancia de respetar la fisiología del adulto.
«El porteo para mí fue EL GRAN DESCUBRIMIENTO de la maternidad y siempre pensé que ojalá lo hubiera descubierto antes».
Todas estas cosas son la que a mí me sorprendieron más en mi primer contacto con el porteo. Más adelante, al interesarme, documentarme y formarme más en el tema descubriría muchos otros aspectos y beneficios que ya desarrollaremos en otros posts.
Para mí fue un descubrimiento tan importante que sentía la necesidad permanente de contárselo a todas las mamás para que ninguna, por desconocimiento, se quedara sin vivir esta experiencia.
Y éste fue el origen de MARTHA PEACH.
«Decidimos diseñar y fabricar el mejor fular portabebé, el que a nosotras nos hubiera gustado encontrar y que además encajara con nuestro estilo».
Diseñamos ese pañuelo que nos hubiera gustado tener a nosotras en todos los sentidos. Con un tejido precioso, más suave, más ligero y más transpirable que los otros fulares que se podían encontrar en nuestro país. Y con unos colores neutros super bonitos pensados para que cualquier mamá se sienta preciosa llevándolo como un complemento más.
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